
A ver, empecemos. Lo que primero salta a la cabeza podría ser la nacionalidad del director de la misma. Pero eso en seguida se descarta porque en muchas ocasiones no son los directores los que eligen la cinta a filmar, sino que son las películas las que eligen quién se sienta en la silla de tela privilegiada. Y si esto no te convence, pongamos un ejemplo: el director alemán, y con perdón para los verdaderos directores, Uwe Boll, que entre su palmarés cuenta con cintas germanas, estadounidenses y canadienses. Descartada, pues, la nacionalidad del director.

Otra opción sería la localización de la película, dónde se desarrolla la acción. Basta con pensar en cualquiera de las británicas de James Bond y sus viajes alrededor del mundo para descartarlo. Con ese mismo ejemplo también eliminaríamos el país donde se rueda la cinta.
Y no sé a vosotros, pero a mí sólo se me ocurre una última posibilidad: la procedencia del dinero. La productora que financia el proyecto, que paga a todos los involucrados y que se queda la recaudación de la película. Y me parece lo menos apropiado, ya que es de donde menos talento sale. Pero bueno, ya se sabe que en este mundo el que tiene el dinero y lo pone sobre la mesa puede hacer lo que le dé la gana.
1 monería:
Definitivamente, el dinero manda...
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